viernes, 6 de octubre de 2017

Martirene en Nueva York

Sin justificación, nada más porque sí, como un acto de cristalina generosidad, por los días en que empezábamos a grabar las conversaciones que acabaron conformando el libro Croquis del arquitecto Carlos Mijares, en cuya casa acabábamos de conocernos, la artista visual Martirene Alcántara me hizo un regalo especialmente hermoso: una impresión a gran tamaño de la fotografía que abre este post
Croquis, de Carlos Mijares. Vista de páginas interiores. Foto: FF
He dedicado varias entregas de Siglo en la brisa a hablar de Croquis, aquel proyecto editorial que desarrollamos con Alberto Kalach; no menos que eso, he escrito sobre mi amistad con ella: conté, por ejemplo, cómo no mucho después de empezar a tratarla caí de pronto en la cuenta de que había conocido a su padre una remota tarde de 1986, en la casa de un amigo común; no sólo lo conocí: aquel día de hace treinta años, Ernesto Alcántara me hizo un pequeño retrato a tinta con el sólo propósito de regalármelo. Más de tres décadas después, Martirene me propuso reencontrarme con su padre y de esa manera pasé unos días con ellos en la casa de él en Nepantla –a donde, por cierto, después he regresado en varias ocasiones.
Retrato que me hizo Ernesto Alcántara una tarde de 1986
Traigo a cuento todo esto porque me ha alegrado muchísimo enterarme de que el Museo de Arte Moderno de Nueva York, nada menos que el prestigioso MoMA, ha adquirido cuatro fotografías de mi talentosa amiga, entra ellas precisamente la que me regaló al inicio de nuestra amistad. 
Martirene y yo.
Foto: FF
Las cosas ocurrieron así: a finales del año pasado uno de los curadores del departamento de Arquitectura y Diseño del museo neoyorquino mencionó durante un encuentro de trabajo que estaba interesado en ver el trabajo de Martirene Alcántara ya que ella es, en el plano internacional, una de las pocas mujeres especializadas en fotografía arquitectónica. Se puso en contacto con ella y la citó en el museo, para que le mostrara su portafolio. Cuatro meses más tarde, en abril de este año, mi amiga fue avisada de que habían sido elegidas cuatro de sus obras para “consideración”. Siguiendo las instrucciones que le daban, Martirene hizo unas impresiones de 50 por 70 centímetros y fue a entregarlas al museo, firmadas y numeradas. Unas semanas más tarde se presentaron en una exposición de obras para acquisition consideration. A los pocos días, fue avisada de que el museo adquiría las cuarto para su colección.
Martirene Alcántara, 2016. Foto de Sean Dudley.
Virginia Center for the Creative Arts
Ampliamente valorada en el extranjero, Martirene Alcántara suele presentar su trabajo en diversos países del extranjero: en los últimos años, por ejemplo, en los Estados Unidos, Francia y Austria. En cambio, no ha recibido el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a pesar de que ella ha solicitado su ingreso al Sistema Nacional de Arte en un par de ocasiones, lo que hace pensar que su obra no es debidamente apreciada en México. (Además de los catálogos y las publicaciones que buscan constantemente su colaboración como fotógrafa especializada en arquitectura o arte prehispánico, esta pequeña nota quiere ser un grano de arena para demostrar lo contrario). 
Pero ella, que no deja de viajar, y de participar en residencias artísticas de cualquier rumbo del orbe artístico, tiene su corazón, o al menos una porción considerable de sus afectos y sus proyectos, en los números 12 y 14 de la calle de General Francisco Ramírez, en el barrio de Tacubaya de la ciudad de México. Me refiero, por supuesto, a la casa de Luis Barragán.
Carlos Mijares.
Foto: Martirene Alcántara
En una ocasión, cuando estaba a punto de entrar a imprenta nuestra edición de Croquis, para la que ella aportó todas las fotografías, las que reproducen los cuadernos de Carlos Mijares y los espléndidos retratos del arquitecto, la vi trabajar en el espacio de sus amores. Y es que uno de sus principales proyectos de los últimos años ha consistido en conocer y fotografiar la casa; como saben quienes han leído nuestro libro, en una de sus intervenciones en las charlas que acompañan los dibujos de Mijares, Martirene dijo que no es que sean clásicas las fotos que todos conocemos de la casa, sino que son las únicas que se publican.
En aquella ocasión, como debía de pasar unas horas en la casa, porque quería aprovechar que no habría visitas del público, me invitó a acompañarla. Así, mientras ella se dedicaba a lo suyo, yo me paseé en perfecta libertad, a mi aire y albedrío, por los espacios completamente a solas de la casa, a lo largo al menos de un par de horas. 
Sé que se me creerá si digo que fue una de las experiencias arquitectónicas más interesantes de mi vida. (En otra ocasión publicaré en este cuaderno lo que sentí y pensé en aquella ocasión.) Más tarde, cuando coincidimos en la azotea que tanto fascina a mi amiga (como a toda persona sensible, especialmente a los fotógrafos, que nunca deja de caer en la tentación de atraparla), ella me hizo, igual que su padre más de tres décadas atrás, un retrato al que le tengo mucho cariño.
Entre los detalles de la casa que Martirene ha descubierto después de estudiarla con detenimiento, me mostró el lugar que reprodujo en la imagen que me regaló cuando nos conocimos y que ahora puede verse tanto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York como en mi casa. ¿Cuántos podrán darse cuenta de cuál es el rincón exacto que ella reprodujo para conseguir ese bellísimo juego de amarillos, en que no sabemos qué es qué?
Foto: M. Alcántara
Las otras tres fotografías que adquirió el MoMA las reconoce cualquier persona más o menos familiarizada con la obra de Barragán: una visión nocturna de la misma célebre azotea; un detalle de día del mismo espacio y una visión de la alberca de la casa Gilardi, en San Miguel Chapultepec. Como una manera de manifestarle mi cariño y entusiasmo por su trabajo, las reproduzco a continuación para que las conozcan los lectores de este blog.


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Las cuatro fotografías principales que aparecen en este post son de Martirene Alcántara; desde mayo de este año forman parte de la Colección Permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Jardín de Barragán en Tacubaya.
Foto. FF
Más sobre Martirene Alcántara en este blog:
Su padre, Ernesto Alcántara, http://bit.ly/1Q7ANPP
Reencuentro con Alcántara, http://bit.ly/1Q7ANPP
Croquis de Carlos Mijares, http://bit.ly/1F5bZ71  
Croquis, primera presentación, http://bit.ly/1J7bRGl
Sobre una escalera de Barragán, http://bit.ly/1Q43fm2  
Un jardín para Luis Barragán, http://bit.ly/2moCVHq  
Atlatlauhcan, http://bit.ly/25jBsUq






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