viernes, 11 de agosto de 2017

Neruda según Deniz

Es una de las páginas más punzantes de De marras (FCE, 2016). El texto, llamado simplemente "Neruda", apareció por vez primera en marzo de 1994 en la revista Viceversa, bajo el título de "Canto general", y fue recogido luego en Paños Menores (2001) primero, y más tarde en Red de agujeritos (2012). 
Gerardo Deniz relata en él lo que vio y sintió al conocer al gran poeta chileno, una noche que acompañó a su padre a una cita de trabajo por los días en que Neruda pasaba una temporada en la ciudad de México –en una casa de la actual colonia Roma Norte–. Vaya esta pequeña muestra de aquel libro, que reúne la prosa del gran poeta hispanomexicano, como una nueva invitación a asomarse a sus páginas.

Neruda.
Fuente: internet
Neruda
Por Gerardo Deniz
Meses más, meses menos, fue hacia principios de 1949. Tenía yo 14 años. Una noche, mi padre me preguntó si quería acompañarlo. Cosa desacostumbrada. De seguro me explicó, en diez palabras a lo sumo, quién era Pablo Neruda. Por primera vez oía yo dicho nombre.
Juan Almela (Gerardo Deniz) con su padre,
Juan Almela Meliá, en el centro de la ciudad de México.
Foto: Archivo de Juan Almela.
Fuimos a casa de don Wenceslao Roces, en la avenida Veracruz. Si bien la visita no debió pasar de un cuarto de hora y no me provocó ni frío ni calor, conservo un par de recuerdos divertidos. Había por lo menos media docena de personas, que me causaron un curioso efecto de ansia y desconcierto, como si poco antes el perro les hubiese dicho un refrán. Tengo la impresión de que nadie se estaba quieto ni hablaba fuerte. Es claro, en cualquier caso, que no me hallaba en condiciones de apreciar el aura exhalada por la grandeza.
Sobre una especie de diván psicoanalítico pegado a la pared yacía un ajolote hipertrofiado, aunque sin simpatía ni branquias aparentes. Ignoro cómo iba vestido. Tenía en la mano un vaso de agua de Tehuacán. Bebía un poco y gargarizaba. Emanaban de él una inercia y un aburrimiento infinitos, en con- traste con la inquietud de alrededortodos sin sentarse y haciéndose crujir nerviosamente los huesos de los dedos.
Se trataba de que mi padre leyera las pruebas de un libro considerable. Con poco riesgo de tomar el divino nombre en vano, podría yo asegurar que era el Canto general.
, heñó Almela. Un libro de heihienta páhinadecía Neruda con una voz cansina, saturada de vegetaciones nasofaríngeas. Tomaba otro sorbo y eructaba el gas.
Quiero imaginar siquiera que mi desventurado padre se aburriría un poco menos leyendo las pruebas de imprenta de Neruda que con las de aquellos tratados de medicina y química que le eran impuestos como dieta habitual. Por mi parte, si bien acostumbraba hojear con interés las pruebas que mi padre padecería por las noches y en el fin de semana, cuando empezaron a llegar las longanizas de versos nerudianos las rechacé con repulsión. No por proceder de aquel urodelo conocido, sino meramentequede claropor ser poesía.
Quién iba a suponer que años más tarde me habría de embarcar en una dilatada campaña de lectura poética, un tanto estrambótica pero en modo alguno fallidapues quien retorna trayendo en las alforjas a Chumacero, Gorostiza, López Velarde, Góngora, Eliot, Mallarmé, Dante, y hasta a Rilke descifrado con maña, a más de dos docenas de lesser lights, nunca podría pretender que vuelve de una incursión improductiva. Lo único malo es que jamás tuve ganas de emprender otra.
Pues bien, en aquellas refriegas nuestro gargarizante tuvo oportunidades. Pesqué por ahí sus 20 poemas y me parecieron inexistentes. No había otros Nerudas en venta. Por fin, el martes 26 de noviembre de 1957 descubrí en la Librería de Cristal, sucursal Niza, dos librillos argentinos, económicos, con el dichoso Canto general
Los compré y corrí a Chapultepec, al grato jardín sin pretensiones que hubo donde hoy está el Museo de Arte Moderno. Por aquellas semanas yo estudiaba genética (aunque suene feo declararlo) en libros de tufo idealista sacados de la biblioteca Franklin. Las avecicas cantaban seguramente loando a Lysenko, pero yo ni me fijaba.
Instalado a gusto, no recuerdo si soporté dos páginas o sólo una. Tampoco tiré el libro, puesto que aquí lo conservo, fechado, lo cual me permite situar con tanta exactitud algo que para fue literalmente nulo.
Imposible precisar, en cambioy tampoco hace falta—, ni siquiera el año exacto, a mediados de la sexta década, cuando apareció un número nerudólatra del inolvidable México en la Culturaaquel suplemento dominical, legendario hoy en día, donde no faltaban trozos aceptables pero era sobre todo, para al menos, un recordatorio semanal de la necesidad de prolongada pasteurización de las bellas letras antes de poderlas degustar.
Deniz. Foto: Roberto Portillo
Archivo de FF
Volviendo a Neruda: en el periódico que ahora recuerdo aparecían poemas suyoslos cuales, por supuesto, me abstuve de leery, desde la primera plana, dos o más fotografías desternillantes del Poeta sin rasurar, vestido de harapos, descalzo y ¡con un grillete al tobillo, lo juro! Era escalofriante y daba idea cumplida de los perjuicios del imperialismo. ¡Cómo no solidarizarse ante un mártir tan convincente, cómo no enviarle a chirona el palomino de la paz con una botella de agua de gusto a pie dormido! —agua que por entonces aún exhibía en la etiqueta su perfecto análisis realizado por el Instituto de Geología de la UNAM, recalcando el contenido en litio sabroso y un saludable cosquilleo de radiactividad.
Algunas décadas más tarde, a ruego mío, la dirección de la revista Milenio me dio a conocer por fin al Neruda esencial. Desde entonces me consta: aquel amb(l)istoma gargarizante escribió tres poemas buenos en su vida. Puede que hasta cuatro. En el lugar del poeta Borges, algo como para morirse de envidia. Por fortuna andamos lejos.

(Tomado de De marras
prosa reunida de Gerardo Deniz,
FCE, México, 2016, páginas 414-416.)

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Más sobre Neruda en este blog:
Un signo tuyo busco en todas las otras, http://bit.ly/2u430mA

El retrato de Juan Almela es de Roberto Portillo.


Juan Almela / Gerardo Deniz en Siglo en la brisa:
De marras, primeras imágeneshttp://bit.ly/1tsZo8J
Quince razones para asomarse a De marrashttp://bit.ly/2bmYunI
Deniz en Buenos Aireshttp://bit.ly/1N37oAb
En sus 80 añoshttp://bit.ly/1sDZm8f
Una vida con el Fondo de Cultura Económicahttp://bit.ly/1TNgNSM
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Sobre Red de agujeritoshttp://bit.ly/12RrW9H
Cómo y cuándo nació el seudónimohttp://bit.ly/1RTMiXd


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