viernes, 26 de mayo de 2017

A una dama muy enemiga de gatos


Gatuperio se llama el segundo libro de Gerardo Deniz. Es, casi con seguridad, el más complejo de todos los suyos. Aunque apareció originalmente en 1978, en la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, todavía hace unos diez o quince años podía encontrarse algún ejemplar por ahí. Arriba de estas líneas puede verse una imagen de aquella primera edición: un volumen de formato pequeño y tapas duras en cuya camisa aparecía una versión retocada del famoso grabado de Neuville del Capitán Nemo consultando su sextante.
Como saben quienes han andado en sus páginas, Nemo es uno de los personajes principales del libro, y el eje de su sección “Veinte mil lugares bajo las madres”: todo lo que representan él y su entorno, tal y como se encuentran en Veinte mil leguas de viaje submarino, la novela de Julio Verne, son el punto de partida de las inacabables imaginaciones, citas, intertextualidades, paráfrasis, parodias, sarcasmos y devaneos del poeta.
No recuerdo cómo ni dónde conseguí el ejemplar que vive en mi biblioteca, el cual por cierto está venturosamente anotado con algunos comentarios tomados de voz de su autor. Allá por 1989, cuando preparaba yo mi tesis sobre su poesía, Almela me dijo, de la palabreja que había elegido como título, que fue acuñada por Jacinto Polo de Medina a principios del siglo XVII, y que significaba “mezcla incoherente de ingredientes”. La cosa podría dejarse allí porque esa definición explica perfectamente las intenciones del poeta (quien, consciente siempre de sus títulos, con todo tino había llamado Adrede a su libro anterior, y luego volvería a atinar con otros muchos: Mansalva, Grosso modo, Amor y oxidente…).
Es interesante, sin embargo, ver lo que dice el diccionario. Primero aparece, claro, lo que dábamos por hecho: que está armada sobre la palabra “gato” a imitación de “vituperio” e “improperio”; después, que se trata de una “mezcla de diversas sustancias, incoherentes, de que resulta un todo desabrido o dañoso”. Quien conozca su poesía estará de acuerdo conmigo en que esta definición, palabra por palabra, tiene que haberle sonado a gloria al subversivo e incómodo Deniz. Hay una segunda acepción, igualmente útil: “embrollo, enjuague, intriga”. (Corominas fecha la aparición de la palabra hacia 1640.)
Estos días, cuando estudio un poco más detenidamente el asunto, doy con un pequeño romance de Polo de Medina en el que aparece la palabra. Se llama “A una dama muy enemiga de gatos” y está recogido en El buen humor de las musas (1637), que consulto en la Biblioteca Virtual Cervantes –donde se aclara, por cierto, que la edición fue “cotejada con la excelente edición crítica de Francisco Javier Díez de Revenga, Poesía. Hospital de incurables, Madrid, Cátedra, 1987, pp. 108-174”–. Cuando me dispongo a copiar el poema para que lo conozcan quienes leen este blog, me doy cuenta de que tiene que haber un error en la transcripción porque los últimos dos versos no tienen ocho sino nueve sílabas (véase sobre este particular la nota que añado al pie de este post).
Busco por eso una fuente más cercana al siglo de Polo de Medina y encuentro que los últimos versos no dan la medida por la simple razón de que el final del poema fue adulterado. Puedo decirlo porque lo veo con mis propios ojos en una reproducción facsimilar de Obras en prossa y verso, de Salvador Jacinto Polo de Medina, natural de la ciudad de Murcia, recogidas por un aficionado, Imprenta de Ángel Pascual, 1715, también en línea.
Una posible explicación es ésta: los dos versos finales de la versión más antigua (y quizás auténtica) irrumpen de manera un tanto extraña, citando un famoso romance sobre la indiferencia de Nerón ante el incendio de Roma. Esa irrupción introduce en el poema de Polo de Medina una nota de sarcasmo que quizás hubiera valorado Almela pero que seguramente no entendió el encargado de transcribir el poema, quien terminó practicando una intervención absurda. 
(En Ni sombra de disturbio, mi libro sobre López Velarde, conté que eso mismo hizo una mano anónima en el único de los poemas velardianos de la primera etapa que pude ver en su fuente hemerográfica original, lo que me hizo preguntarme: ¿cómo estarán los demás?) Debemos agradecer al mal oído de quien metió la pata de manera tan torpe porque de otra forma su absurda enmienda hubiera pasado inadvertida (como al parecer ha pasado hasta ahora).
Copio a continuación el poema, que tomo, sí, de la Biblioteca Cervantes, pero que retoco levemente basándome en lo que veo en la edición más antigua. Lástima que Almela ya no vive para contarle este pequeño desaguisado bibliográfico que le hubiera dado alguna diversión.


A una dama muy enemiga de gatos
Por Jacinto Polo de Medina

¿Qué estrella tan mal mirada
con tal rabia te estrelliza,
Lísida, contra los gatos
y su gatuna familia?
Siempre ha sido tu aposento
de los gatos zancadilla,
maula para todo miz,
perro muerto a toda miza.
¡Oh, cruel sanguinolenta,
fierísima gaticida,
que con sólo un zas pretendes
acabar un siete vidas!
Dime: ¿son zambos los gatos,
o son bermejos por dicha,
o son acaso Poetas
que en lengua culta maullizan?
La Gatatumba te llaman
todo[s] desde aqueste día,
pues eres tumba de gatos,
haciendo de ellos justicia.
Gatuperio universal,
gatesca generalísima,
su azote y verdugo eres
y una femenil Gatila.
Plegue al cielo que un enero
junto de un tejado vivas,
y los requiebros de un gato
te molesten y persigan.
Y si ratones tuvieres,
no haya gata compasiva...
que impida de que te roan [verso mal contado]
los zapatos y la camisa.  [verso mal contado]

[final, aparentemente original de Polo de Medina, como se lee en la reproducción facsimilar en línea:]
todo lo miraba Nero
y él de nada se dolía.
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En cuanto mando un correo con el enlace que lleva a este post, mi admirado amigo Antonio Carreira me escribe para decirme que la versión del romance que aparece en la Biblioteca Virtual Cervantes, pese a decir que ha sido cotejada con la edición de Díez de Revenga, está corrompida. Copio a continuación el fragmento del correo del gran gongorista español, con mi agradecimiento por el tiempo que concede, con sus característico cuidado erudito, a mis ocios de aficionado:

Antonio Carreira en su casa de Villaviciosa de Odón, Madrid.
La foto, que es de octubre de 2016, es mía.
"Por último, si me permites un consejo, no te fíes demasiado de los clásicos que aparecen por ahí editados virtualmente. En la ed. de Polo de Medina que hizo Díez de Revenga, no hay tales versos mal medidos que tú señalas, ni tampoco se corresponde la paginación que das. El romance, en la ed. Díez de Revenga, ocupa las pp. 164-165, y El buen humor de las musas, no las que dices, sino 107-173. Por cierto, que en el v. 26 has omitido el artículo: junto de un tejado vivas [cosa que ya he corregido]. Y Díez de Revenga, en el v. 18, comete el error de poner en singular todo, cuando hay que leer todos para que el verso tenga sentido [lo he añadido entre corchetes], y así hace la edición de Obras completas de Polo preparada por el catedrático don Ángel Valbuena (Murcia, 1948), a la que tampoco le faltan erratas. Más raro es lo que sucede en el v. 5. Tú transcribes: Siempre ha sido tu aposento. Pero las eds. Revenga y Valbuena leen: ¿Por qué es siempre tu aposento…? Incluso me pregunto, pero muy tímidamente, si no habrá que leer, en v. 30: Y si ratones tú vieres. Quede ahí la cosa para que la medites".


Más sobre gatos en este blog:
La Gatomaquia de La Dïéresis (prólogo), http://bit.ly/2jjFgVY
La Gatomaquia de Vicente Rojo, http://bit.ly/2r2lLSu
El gato de Octavio Paz, http://bit.ly/9BeKvm
El Maestro, http://bit.ly/1sADjSI
Textos felinos, http://bit.ly/rJPY3s
Trasfondo de época, http://bit.ly/1qNLLbP
Álbum de Isolda, http://bit.ly/2qTLwar