viernes, 21 de abril de 2017

Gracias a Incurable

David Huerta presenta a Mark Schafer. A la izquierda de la imagen, Emiliano Álvarez. Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
El pasado miércoles 8 de marzo se realizó una intensa y emotiva jornada de homenaje a Incurable, el libro medular de la obra de David Huerta –de cuya primera publicación se cumplen tres décadas este año. 
La jornada fue organizada por la Escuela Mexicana de Escritores y se llevó a cabo en Icaria, la librería que comparte casa con la escuela, con un programa en dos partes: primero una mesa de trabajo y después una mesa de homenaje propiamente. En la primera mesa participaron dos jóvenes conocedores en la obra de David, Emiliano Álvarez y Lázaro Tello Pedró, y en la segunda dos poetas cercanas en cronología y en cierto modo intereses literarios a él, Elsa Cross y Coral Bracho.
Presentación de la segunda mesa. Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
Emiliano Álvarez partió de la famosa primera línea del libro, el endecasílabo “El mundo es una mancha en el espejo”, para proponer algunas ideas sobre la manera en la que versifica el poeta, con mucha más laboriosidad, amor al detalle y atención a la tradición que lo que permiten entrever, sobre todo en un primer vistazo, sus largos versículos. 
Hernán Bravo Varela, Lázaro Tello Pedró y Emiliano Álvarez, en la mesa de trabajo sobre Incurable. En el extremo de la derecha, Mark Schafer.
Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
Por su parte, Lázaro Tello Pedró documentó con detenimiento el ambiente crítico que rodeó la aparición de Incurable y reprodujo todo aquello de importancia que dijo la crítica, los tinos y los desatinos de los expertos mexicanos en el tema, e incluso citó una crónica de la presentación del libro en el Museo Nacional de Arte, el 15 de noviembre de 1987 (“David llegó vestido con una guayabera amarilla de Masaya, Nicaragua”).
Elsa Cross, David Huerta y Coral Bracho, en la mesa de homenaje a Incurable. Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
En la segunda parte del programa, después de que Elsa Cross trazó una serie de líneas de parentesco entre el libro de David y la poesía y el pensamiento orientales, Coral Bracho, que estuvo cerca del poeta mientras escribía Incurable, contó sus impresiones de su nueva lectura del gran poema, con el que se ha reencontrado con más admiración que cuando lo leyó por primera vez. 
Juan Galván Paulin, maestro de la EME
Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
Además de las participaciones de estos poetas y críticos, se leyeron los trabajos de algunos amigos entusiastas de Incurable que fueron escritos para la ocasión: entre otros, de Luis Vicente de Aguinaga (“cada versículo es el centro de una esfera de Pascal inagotable y exaltante”), Josué Ramírez (“una experiencia límite, por su extensión y la fabulosa riqueza de sus recursos de toda índole”) y Carlos Ulises Mata (“un gobelino alucinante ornado de festones barrocos y de puntos romboidales y telegráficos cuya contemplación marea la vista e insinúa el vértigo fijo y móvil del infinito”). Entre las mesas redondas, e incluso entre las participaciones de los cuatro ponentes, el poeta Hernán Bravo Varela leyó fragmentos de Incurable escogidos por él mismo.
Leticia Luna, maestra de la EME, a la izquierda de Verónica Murguía y Andrea Huerta, respectivamente compañera y hermana del poeta.
Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
El momento más emotivo de la jornada, sobre todo me parece que para David, fue cuando el poeta se dio cuenta de que entre el público estaba su traductor al inglés, Mark Schafer. Pero la emotividad fue a más cuando el traductor y maestro norteamericano adscrito a la Universidad de Massachusetts Boston dio lectura al texto que reproduzco a continuación (cosa que hago con su permiso). En él, Schafer da gracias por el poema y por todo lo que hay detrás de él. Siquiera a través de este modesto post, yo me uno con entusiasmo al agradecimiento expresado en sus palabras.
Mark Schafer, durante su participación en el homenaje a Incurable
En el trigésimo aniversario de la publicación de Incurable
por Mark Schafer
Querido hermano: Gracias por el testimonio que nos has dado durante tantas décadas sobre cómo es y ha sido vivir en cuerpo de hombre en este mundo. Gracias por los muchos objetos que nos has regalado y que nos sigues regalando: las piedras preciosas, como “Abres y cierras” o “Canto del Kiwi”, los espejos centelleantes, como “Hacia la superficie” u “Oración del 24 de noviembre”, los cuchillos filosos, como “Antes de decir cualquiera de las grandes palabras” o “Cantar del dinero”, entre muchos más. Pero en este día, el 8 de marzo de 2017, te quiero agradecer dos cosas en particular. Primero, Incurable
Portada de Incurable, diseñada por Vicente Rojo. Fuente: ERA.
Me acuerdo cuando primero abrí la puerta a este almacén (porque el poema es un almacén) de palabras e imágenes, de testimonios e indagaciones y entré. Cómo me espantó y me deslumbró la enormidad y el zumbido de tantas partículas calientes que llenaban ese espacio. A pesar de (o debido a) las muchas explosiones que pueden producirse en una atmósfera contenida y con tanta energía (de vida, de muerte), me quedé ahí mirando, escuchando, fascinado y abrumado, ensordecido y cegado y, al final, acabado y eufórico. Salí chamuscado como quien sale de la Biblioteca de Babilonia con una lista de títulos parciales en la mano y el sueño de la visita resonando en la cabeza. Segundo, te agradezco el coraje que tenías para tirarte a ese río de la vida y de la muerte (porque el poema también es un río) para luego –tan lejos de donde primero entraste– salir entero en la otra ribera, secarte y seguir adelante para nunca más volver a entrar allí. Escogiste vivir, hermano, y te lo agradezco tanto. El testimonio que nos dejaste el 8 de marzo de 1987 de tu viaje por ese río nos ha permitido a tantos navegadores de la poesía y de la vida pasar por ese trecho de él, los rápidos de la época moderna, las aguas más bravas del lenguaje, pero en balsa de goma y con salvavidas a la mano. Gracias, hermano, por haberte atrevido a entrar y por haber podido salir para que nosotros viviéramos el viaje que tú, una vez, hiciste.
Foto: Alejandro Cervantes (EME/Icaria)
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Las fotos que ilustran este post son de Alejandro Cervantes.

Gracias a Mark Schafer por permitirme reproducir su texto. Aquí su ficha en la página de la Universidad de Massachusetts Boston: https://www.umb.edu/academics/cla/faculty/mark_schafer

David Huerta y Gerardo Deniz.
Archivo de FF
Más sobre David Huerta en este blog:
Diálogo con López Velarde, http://bit.ly/1UHngzi  
Evocación de Néstor Perlongher, http://bit.ly/1GpA6ft
En los 80 años de Gerardo Deniz, http://bit.ly/1sDZm8f
Revista Alejandríahttp://bit.ly/1cPgFw9
19 imágenes de los Estados Unidos, http://bit.ly/1w0kZFZ
Danza de Clori, http://bit.ly/1AXDU4L


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